viernes, 10 de julio de 2020

EP | KAKAHINA 02

Disclaimer: Los personajes del siguiente texto son propiedad de Masashi Kishimoto. Este es un fanfiction sin motivo de lucro ni adjudicación de personajes.

Este es un fanfiction sin motivo de lucro ni adjudicación de personajes        

───── {.⋅ ᴇʟ ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀ ⋅.} ────

Kakashi Hatake posaba sus firmes y grandes manos masculinas en el volante, su mirada impenetrable fija en la carretera, Hinata iba sentada a su lado, el automóvil estaba embargado de un silencio sepulcral, a ojos de cualquier parecería que ninguno de los dos hacía algo para romper aquel silencio, pero Hinata en su mente divagaba sobre cómo romper el hielo, hasta que por fin logro formular una buena pregunta o más bien varías preguntas.

—¿Puedo saber por qué hemos salido por la puerta trasera del hotel?

—Simplemente, para asegurarnos de que nadie nos seguirá hasta nuestro destino. El chófer que la llevó al hotel es bastante hábil, pero todas las precauciones son pocas.

—¿Por qué tantas precauciones? ¿Cuál es la amenaza? ¿Por qué mi padre le envía a usted? ¿Qué...?

—Una a una, si no le importa, no soy un contestador automático —la interrumpió alzando una mano con gesto burlón.

—¿Qué es lo que verdaderamente está ocurriendo? —resumió Hinata en una pregunta.

Kakashi recuperó la seriedad en el acto.

—Hace poco más de dos meses , la policía de Konoha se puso en contacto con Hiashi, perdón con su padre. Recientemente encontraron un almacén perteneciente a un grupo de mafiosos, en este lugar aparecía minuciosa información sobre sus negocios: Además, aparecieron también una serie de fotos suyas, señorita Hyūga, las cuales indicaban que llevaba tiempo siendo vigilada. Algunas de esas fotos eran algo comprometedoras.

—¿Comprometedoras? ¿Como comprometedoras?

—En varias de ellas sale usted dormida, lo cual es clara señal que burlaban la seguridad de su casa o en dado caso que alguien cercano a usted está aprovechando su confianza.

—De ninguna manera, tengo pocas amistades y sé que no se atreverían a hacerme algo así jamás.

—Hay una foto en particular, la cual no mencione: En una de estas fotos sale con el joven Toneri besándose.

— ¡imposible! No hay manera de que alguien tomará esa foto, en esa ocasión Toneri y yo estábamos completamente solos.

—Pues la hubo, no me extrañaría que el joven esté involucrado, su nombre ha sonado en varios de los últimos escándalos de la alta sociedad por consumo y, quizá, por tráfico de drogas, se rumorea que tiene relación con el clan Ōtsutsuki.

—Pero justo eso son, solo rumores. No creó a Toneri capaz de algo así, no tiene sentido para mi.

—Bien, digamos que, entre la amenaza de un posible secuestro, y su tendencia a frecuentar amistades de procedencia algo dudosa, su padre ha decidido que lo mejor es alejarla un poco, al menos en lo que se calman las cosas. Durante ese tiempo, es preferible que no se ponga en contacto telefonico con sus amigos, podra hacerlo por medio de correo electronico si asi lo desea, pero por favor sin dar ningun indicio de su paradero.

—Puedo saber al menos ¿cuanto tiempo durara todo esto?

—El tiempo que sea necesario —concluyo el Hatake la discusion.

Hinata no estaba satisfecha con las explicaciones, sentia que como siempre su padre estaba exagerando con su sobreprotección, pero como era habitual en ella acepto las indicaciones y sin intenciones de discutir se envolvio en su chamarra y cerro los parpados, dando tambien por concluida aquella conversación.

Kakashi desvio un momento su mirada de la carretera y observo a la mujer que iba sentada a su lado; parecia un angel. Verdaderamente le habia sorprendido su aspecto cuando la vio en la habitacion del hotel, la imagen que el recordaba de ella no tenia nada que ver con la de la hermosa joven, que a pesar de temblar como gatito, era capaz de enfrentarse a un desconocido que le doblaba el tamaño con tan solo un boligrafo como arma, debía aceptar que tal escena le había enternecido, algo poco usual en el.

El cuerpo de Hinata era muy diferente al de las mujeres con las que el salia de vez en cuando, y no era que eligiera mujeres feas, pero ella poseia unas curvas de ensueño muy definidas, su pecho era voluptoso, pero lo que mas la diferenciaba eran sus rasgos que reflejaban una dulzura fuera de lo común, en conjunto, lo de ella era una belleza llena de encanto, seria muy peligrosa si ella se diera cuenta de las armas que poseía.

Por lo que le había comentado Hiashi, sabía que Hinata se había vuelto huérfana de madre, también le confesó que desde la partida de su esposa no había sido capaz de negarle lo que sea que la primogénita y única Hyūga le pidiera, Hiashi reconocía que eso estaba mal por lo que se disculpó de antemano con el Hatake si eso llegaba a ser algún inconveniente en el futuro.

Todo eso había hecho que Kakashi se hiciera una idea un tanto errónea sobre Hinata, pero con eso en mente se propuso a no bajar la guardia; el le iba demostrar que ella no sería capaz de manejarlo a su antojo.

Kakashi continúo manejando durante el resto de la noche. Empezaba a amanecer, los primeros rayos del sol asomaban entre las nubes, cuando de pronto se detuvo frente a una pequeña casa de ladrillos en color rojo, la nieve que cubría todo el paisaje y parte del techo, hacia el color aún más vibrante y acogedor.

Volvió la vista a su pequeña protegida, quien había dormido plácidamente más de la mitad del camino, un par de mechones cubría su rostro angelical y su aspecto indefenso le produjo una nueva punzada de algo que no podía descifrar, volviendo de sus pensamiento, la sacudió por el hombro con suavidad.

—Hemos llegado.

Ella abrió los párpados muy despacio y el Hatake se perdió en esa mirada opalina por unos segundos.

Hinata observó por el parabrisas la casa y esbozó una gran sonrisa. —¡Es hermosa!

—El pueblo más cercano queda a unos 4 kilómetros.

—¿Es un pueblo grande?

—Lo suficiente para tener su propio bar.

Hinata con el poco tiempo que llevaba compartiendo con Kakashi se había percatado que era un hombre de pocas palabras, no daba más información de la que creía necesaria, así que decidió no hacer más preguntas. Al menos por el momento.

Ahora que el sol se abría paso con fuerza entre nubes y montañas, pudo contemplar los alrededores de la casita. El paisaje era de ensueño: colinas color esmeralda rodeaban un valle salpicado de brezos aquí y allá; pequeños bosques donde los árboles exhibían una gama de colores brillantes que iba del rojo al amarillo y un río de cauce plateado en la distancia. Parecía la foto de un anuncio de naturaleza salvaje. Trató de dominar sus expresivos rasgos para que no traicionaran el deleite que le proporcionaba el panorama y, decidida, se dirigió hacia la puerta principal.

—¿Entramos? Hace un frío aquí afuera.

Su tono impertinente hizo que en la comisura de la boca de Kakashi vibrase un músculo; algo que no pasó desapercibido a los ojos de Hinata, que lo estudiaba con disimulada atención.

«Antes o después, encontraré la forma de sacarle de sus casillas», se prometió a sí misma.

Y ella siempre lograba lo que se proponía.

La planta baja constaba de un salón con chimenea y una luminosa cocina abierta. El hatake subió la empinada escalera que llevaba a los dormitorios. Había dos, cada uno con un pequeño baño en suite.
Kakashi abrió una de las puertas y se hizo a un lado.

—Esta es su habitación. En el armario encontrará ropa adecuada y en el baño todo lo que pueda necesitar para su aseo. Si necesita algo más, dígamelo, iremos al pueblo a comprarlo.

—¿Vamos a vivir aquí solos los dos? Qué dirá la gente... —Se llevó una mano a la mejilla y lo miró con un ligero rubor.

—Tranquila —dijo Kakashi, y en su boca apuntó una sonrisa, ligeramente torcida, que hizo que a Hinata le temblaran las piernas.

—A partir de ahora eres mi sobrina, Hinata Hatake—la informó, tuteándola por primera vez—. Has venido aquí en busca de la tranquilidad necesaria para terminar su tesis doctoral. De hecho, tengo entendido que hace meses que tú deberías estar trabajando en la tuya. Así que no es necesario que te preocupes por el qué dirán; además, no tienes pinta de ser una persona a la que le preocupan demasiado las apariencias..

Hinata lo miró con rencor y, muy digna, le pidió:

—Vete, por favor.

En cuanto el Hatake abandonó la habitación, cerró de inmediato y, se sintió mucho mejor.

El dormitorio, aunque sencillo, tenía mucho encanto. Una gran cama de hierro con una colcha en tonos rojos y verdes ocupaba la mayor parte del espacio. El armario antiguo y un pequeño escritorio debajo de la ventana completaban el mobiliario. Entró en el cuarto de baño y encontró todo tipo de útiles de aseo en un pequeño estante, volvió a salir y abrió una de las puertas del ropero. En su interior descubrió una colección de pantalones, camisas de manga larga y abrigados jerséis sin estrenar. En uno de los cajones halló varios sencillos conjuntos de ropa interior de algodón blanco —todo de su talla— y se preguntó quién habría comprado todas esas cosas. Se sentó frente al escritorio, deslumbrada con la vista espectacular que se extendía ante sus ojos. De repente, el ruido de su estómago le recordó que habían pasado muchas horas desde la última vez que había comido. Como si le hubiera leído la mente, Kakashi Hatake llamó a la puerta con los nudillos.

—Será mejor que bajes a comer algo, me imagino que estarás hambrienta.

Por un instante deseó hacerse la mártir y negarlo, pero comprendió que Kakashi no le prestaría ninguna atención y que sería ella la única perjudicada. Así que le siguió al piso de abajo y vio que sobre la pequeña mesa de la cocina, él había dispuesto unos platos con algo de queso, embutido, pan y una botella de vino tinto.

—No es un banquete, pero es rápido de preparar. Lo mejor será que comamos algo y descansemos un rato. Ha sido una noche muy larga.

A Hinata, que estaba hambrienta, todo le pareció delicioso.

—Vino, qué detalle.

—Me encanta. Durante uno de mis tantos viajes comencé a apreciarlo y siempre tengo alguna botella guardada.

Continuaron comiendo en un silencio amigable y, cuando terminaron, Hinata sintió un sueño agradable.

—Tenías razón, estoy cansada —dijo ocultando un bostezo—. Me acostaré una rato.

Por unos instantes, lo observó calculadora y decidió que una actitud más sumisa quizá podría darle ciertas ventajas.

—Quiero que sepas que aprecio lo que estás haciendo por mí, Kakashi, es muy amable por tu parte. Al fin y al cabo —le sonrió con calidez—estoy segura de que tendrás mejores cosas que hacer que actuar de niñera.

—Hinata... —Escucharlo pronunciar su nombre con ese tono ronco la hizo sentir un cosquilleo en el vientre, pero sus siguientes palabras acabaron de golpe con aquella curiosa sensación—Te ha quedado muy bien ese teatrillo de niña buena y agradecida, pero debo decirte que no te pega mucho. No sé con qué tipo de gente acostumbras a tratar, pero ya te darás cuenta de que conmigo no valen tus trucos.

—¡trato de ser amistosa! ¡Y ya no soy ninguna niña!

Rabiosa, Hinata se dio la vuelta y subió la escalera a toda prisa. Poco después, se escuchó la puerta cerrarse en el piso de arriba.

Kakashi Hatake sonrió para sus adentros mientras recogía los restos de la comida. Tenía que reconocer que la chica era deliciosa y, aunque ella no era consciente de ello, completamente transparente.

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